La megaguía para ser superproductivo

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Lo sé, el título es muy «moña», casi «vendehumos» pero no se me ocurría otra forma de que abrieras el enlace y capturar tu atención. Eso sí, lo he hecho con un buen motivo, si aplicas los principios que te explico aquí creo que tu nivel de productividad en el trabajo o en cualquier actividad que hagas va a mejorar significativamente. Dame un voto de confianza, pruébalo y si no te funciona siempre puedes decir que es una mierda y que no sirve para nada 😉

¿Cómo se qué funciona? Por que lo he estado probando y funciona. A días funciona mejor, a otros peor, pero trabajándolo es la única forma efectiva de que lleguen resultados. He estado unas cuantas semanas investigando formas de ser más productivo, entendiendo por productividad lo siguiente: forma de ser más efectivo trabajando, invirtiendo la cantidad de energía imprescindible. Ni más ni menos, la imprescindible. En las fábricas se mide en cantidad de productos por hora y sin embargo en el trabajo la medida productiva es más «intangible» ya que tenemos tareas y tiempo con lo cuál parece que no haya forma de medir cómo de productivo eres. Date cuenta que no hablo de tiempo, el tiempo es muy relativo y de hecho te habrás dado cuenta que a veces necesitas 2 minutos para hacer algo y en otras ocasiones te puede llevar 2 horas hacer lo mismo. Por tanto la clave en mi opinión es invertir la cantidad de energía imprescindible y eso puede sonar a «vago» en una cultura como la española en la que parece que el que hace más horas es el que más trabaja. Siempre surgen tareas puntuales, o cosas que decidimos querer acabar antes y «nos roban» más tiempo, pero cuando el problema es repetitivo semana a semana está claro que algo estamos haciendo mal.

Por último antes de empezar: no vamos a hablar de Pomodoro, de GTD ni otras técnicas que existen sino que iré al origen del problema. Por eso estoy seguro que con la práctica lograrás ser más productivo.

Principio1: controla el tiempo, que no te controle él

¿Has oído hablar del «sindrome del estudiante» o del «principio de Paretto»? Ambas vienen a decir lo mismo: que la duración de una tarea se alarga el tiempo que se tiene para realizarla. Por ese motivo el estudiante, cuando se acercan los exámenes, saca tiempo y concentración donde la haya y le da tiempo a prepararse los exámenes. Si no hubiera exámenes no estudiaría. Si se piensa bien el planteamiento es totalmente ilógico, ¿la tarea depende del tiempo que tengas? ¿no será a la inversa? La clave radica en que durante un corto periodo de tiempo enfocamos mucha energía en algo en lo que estamos plenamente concentrados y nuestra motivación por enfocarnos es mayor a la pereza que nos da hacer esa actividad. O lo que es lo mismo, en cuanto coges las riendas del tiempo y el tiempo no te lleva a ti, logras ser más productivo.

Principio 2: dale al tiempo el valor que tiene

No le damos al tiempo el valor que tiene. Hay 2 tipos de interrupciones: las involuntarias y las programadas. Las programadas aportan frescura, te despejan y dan margen a tu cabeza para que repose del esfuerzo que has hecho. Las involuntarias fusilan literalmente tu creatividad ya que, nuevamente, no dependen de ti y te hacen tener la sensación de que no dominas el tiempo si no que el tiempo te domina a ti. Además, estas interrupciones involuntarias rompen tu flujo programado de trabajo con lo que cuesta luego de nuevo retoma con lo que estabas haciendo. Técnicas como Pomodoro van muy bien para controlar tus interrupciones voluntarias y reflejar las involuntarias aunque bajo mi punto de vista son un tanto estrictas en cuanto a «utilizar todo el tiempo» ya que te obligan a que, aunque hayas finalizado la tarea en el último pomodoro, estés todo el resto de tiempo pendiente de esa misma tarea hasta que finalice tu pomodoro (las tareas no se miden en tiempo, si no en «pomodoros»)

Seguramente hayas oído hablar que «el tiempo es oro» y me parece que no hay frase más acertada para este caso. Cada segundo que dedicas a algo, aunque no te des cuenta, podrías estar haciendo cualquier otra cosa. Por tanto elige bien en qué, a quién y cómo dedicas tu tiempo. Piensa bien si lo que estás haciendo es exactamente lo que quieres hacer. ¿Crees que exagero? Ok, planteemos un ejemplo… Si trabajaras sólo 1h al día y te dieran a elegir entre una tarea que te hace ganar 25€ o 250€ ¿cuál elegirías?

Sin embargo el problema de fondo es que parece que el tiempo sea un recurso infinito. Muchos cementerios dicen lo contrario 😉

Principio 3: no es el qué sino el cómo

No es tanto lo que haces sino cómo lo haces. ¿Pones toda tu energía en lo que estás haciendo o vas a medio gas? ¿Consigues entrar en «la zona» o crees que es más fruto de casualidad que lo logres?

Se trata de trabajar, pero de trabajar bien. Como hemos dicho el tiempo es un recurso limitado, todos tenemos 24h al día por tanto depende de cómo las invertimos obtendremos unos resultados u otros. En cuanto empiezas a tomar consciencia del valor del tiempo se activan unos mecanismos dentro tuyo que te hacen priorizar, elegir, saber decir «sí» o «no» a ciertas cosas. Te empiezas a dar cuenta de que tienes un bien preciado y que puedes elegir cómo invertirlo.

Elige siempre las actividades que te permitan avanzar más rápido hacia tu objetivo o bien las que te permitan descartar de golpe más posibilidades y te permitan cambiar el rumbo en caso que el que lleves sea el equivocado. ¿Para qué vas a demorar decisiones drásticas? ¡No tienes tiempo! ¿Acaso tienes miedo de que te muestren lo que no quieres ver?

Por supuesto para este punto va de lujo cerrar Facebook, Twitter, Skype, poner el móvil en silencio e incluso girarlo para no poder ver ninguna lucecita parpadeando y tener la tentación de leer lo que nos escriben (sí, todos lo hemos hecho)

Principio 4: empieza con algo

Sí, hace gracia, pero de verdad… empieza con algo. A nuestra cabeza le encanta divagar, saltar de un pensamiento a otro sin control y cuando no controlas algo, ese «algo» te controla a ti. Si nuestra mente es un perro se trata de que nosotros silbemos o estiremos de la correa y venga, no que nos arrastre con la correa. Muchas veces ante una lista gorda de tareas por hacer nos saturamos sólo de pensar en todo el trabajo que nos va llevar o la pereza que nos da hacer cierta cosa. En ese preciso instante, esa mente a la que le encanta a divagar campa a sus anchas puesto que estás tan preocupado pensando en lo que quieres hacer que no hay lugar para el «hacer», para la ocupación en sí. ¡Rompe ese esquema y empieza con algo!

Suelen recomendar empezar con una tarea muy sencillita y breve de hacer para romper ese esquema puesto que conseguiremos acabarla en poco tiempo y nos sentiremos bien por haber empezado tachando una cosa de nuestra lista. En cuanto empieces con algo y centres toda tu atención en ello será pan comido…

Principio 5: ten una lista

Sigue el mismo patrón que el caso anterior. Al tener una lista nuestra cabeza no puede divagar, se centra en ejecutar que es lo que mejor sabe hacer.

Principio 6: ¿aten… ción?

Sí, atención. Existen 2 tipos de atención: la atención voluntaria y la atención involuntaria. La involuntaria es la que se activa cuando estás en una discoteca relajado y pasa por tu lado una chica (o chico) impresionante… no esperabas encontrarla y al ser tan espectacular ha captado toda tu atención. La atención voluntaria es cuando entras en una discoteca y buscas activamente chicas guapas. Así se entiende, ¿verdad? 😉

Parece que estemos gobernados por la atención involuntaria, y de hecho eso tenía sentido hace muchos años cuando el mínimo ruido podía ser un tigre detrás de unos matorrales. Salvo que vivas en la jungla o en la selva, en nuestro caso buscamos trabajar la atención voluntaria. Sucede a menudo que, como no estamos acostumbrados a trabajar esa atención voluntaria, pensamos que el «entrar en la zona» no depende de nosotros y por tanto sólo se produce en ciertos momentos. Si fuera así sólo nos quedaría «rezar» para tener un buen día 😀

Por suerte la atención es algo que se puede trabajar y la mejor forma de hacerlo es a través de la meditación y el yoga. En el caso de la meditación, habitualmente asociado a religiones o tradiciones orientales, lo que buscamos es enfocar nuestra atención únicamente en algo (habitualmente en nuestra propia respiración) y dejar a los pensamientos ir y venir sin identificarnos con ellos. En cuanto nos damos cuenta que un pensamiento ha capturado nuestra atención, lo dejamos ir y volvemos a enfocarnos en nuestra respiración. Tan fácil (o tan difícil) como eso. Al principio puede generar frustración el no poder controlar eso pero el cerebro es un músculo y cada vez que enfocamos, perdemos el enfoque, y volvemos a enfocar estamos haciendo «biceps» con nuestro cerebro para tonificarlo. Si eres aplicado te acabarás dando cuenta que cada vez te cuesta menos mantener esa atención constante y voluntaria. Algo que sucede a menudo es que solemos pensar «ostras, desde que practico meditación tengo muchos más pensamientos» cuando realmente es todo lo contrario, es decir, que esos pensamientos siempre han estado ahí y no te dabas cuenta de ellos.

Principio 7: ponte musiquita 🙂

Para esto primero es recomendable tener todo lo anterior trabajado. Si no, el grado de distracción será todavía mayor. El tipo de música va a gusto del consumidor aunque lo recomendable es lo que comentábamos antes: que te aisle y a la vez no te distraiga.

Y eso es lo que he aprendido para ser más productivo…¿Creéis que me he dejado algún punto? ¿Cómo trabajáis vosotros? Estaría genial poder completar este post así que comentadme e iré añadiendo 🙂